Son amigas y en menos de 6 meses de entrenamiento lograron correr sus primeros 10K

Agustina (28) comenzó a correr junto a una profesora y a un grupo de cinco chicas en el Rosedal de Palermo. A Laura (30) le gusta hacerlo sola. Agustina siente que es más motivador entrenar con alguien que el día anterior te envíe un mensaje arengando: “¡Mañana se entrena, no importa que llueva!”. Laura, en cambio, piensa que no hay nada más alentador que salir de su departamento cuando ella tiene ganas, llegar a la plaza Irlanda, en Caballito, y estar una hora en contacto con la naturaleza, sin necesidad de hablar con nadie. Agustina sale escuchando música y dice que “correr es como bailar, porque vas siguiendo el ritmo de la música”. Laura prefiere correr mientras ríe o reflexiona con la radio como compañera. Además de ser amantes del running, estas amigas tienen en común el lugar de trabajo y que el año pasado alcanzaron sus primeros 10K en la carrera Corre Seguro, en la ciudad de Buenos Aires.

“Cuando empecé a correr -cuenta Laura- , si me preguntabas, ni se me cruzaba por la cabeza participar de una carrera de 10 K. Cuando me enteré del evento, al principio quise anotarme en los 3K, para probar, ya que era la primera vez. Pero Agus me alentó para que hiciera la de 10: me dijo que si me cansaba, podía caminar. Le hice caso, me preparé por un mes y llegué a completarla corriendo sin parar y a una buena velocidad”.

Agustina, que ya tenía seis meses de entrenamiento previo y una carrera de 8 K en su haber, compara las dos experiencias: “En mi primera carrera fuimos con una amiga. El error fue que salimos muy rápido y, como no estaba bien señalizada, cuando recién estábamos por la mitad yo pensaba que ya habíamos hecho 6 kilómetros, por eso nos costó mucho llegar al final. En Corre Seguro, en cambio, cada kilómetro estaba marcado con un cartel grande, y eso te permitía ir haciéndote el camino en la cabeza. Eso me demostró cómo influye la percepción de cuánto te falta en la resistencia del cuerpo”.

El antes y el después después de una sesión de running

Para Agustina, “correr libera tensiones, te ayuda a gastar energía acumulada, a pensar. A mí me alegra, me pone de buen humor, me encanta seguir el ritmo de la música. Y, en el cuerpo, siento las piernas más anchas (risas). Es que, si bien desgastás mucho, también te da más hambre. Además, te fortalece los gemelos y los cuádriceps”.

Laura asegura que el running es su momento del día para distenderse, “para estar en contacto con la naturaleza, para sentir el olor a pasto y a tierra, para pensar en mis cosas y para divertirme con el programa de radio que escucho todas las mañanas. Antes de ir a correr, mi piel estaba muy blanca porque me la pasaba adentro de casa, estudiando, o en el trabajo. Siempre salgo con protector solar factor 50 en la cara, aunque esté nublado, y ahora tengo un colorcito un poco más lindo. Y, a nivel corporal, me siento más liviana: si voy lunes, jueves y sábados, eso implica un gasto de más de mil calorías semanales”, señala.

Sentirse motivadas es lo más importante de todo

Para practicar este u otro deporte, sentir motivación es fundamental. “Llevo una app para medir mi rendimiento y tratar de superarme a mí misma en cada oportunidad: También creo que es motivador anotarse a alguna carrera para tener siempre un objetivo a futuro para el cual prepararte”, destaca Laura.

Para Agustina, su “motor” para practicar running es la música: “Varío la música que llevo, busco nuevos caminos, me fijo una distancia en kilómetros o un tiempo para superar. Ahora la tecnología acompaña mucho todo este universo runner, y tenés apps que están buenas para medir lo que hacés. Me lo tomo como una práctica de autoconocimiento, para descubrir de qué soy capaz”, concluye.

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